sábado, 26 de mayo de 2012

NUEVOS FRAGMENTOS!!!


Subimos hoy dos nuevos fragmentos de los relatos que obtuvieron los accésit del certamen. Como en la entrada anterior publicamos también dos ilustraciones que pueden coincidir o no con los textos. ¿Cual es vuestra opinión? Estamos pendientes de vuestros comentarios al respecto. Deseamos que estos dos nuevos relatos tengan tan buena acogida como los anteriores y que sintáis ganas de leer la continuación. ¡SALUDOS A TODOS!







PAN CON CHOCOLATE
Beatriz Torre. Accésit

Dicen que los olores se recuerdan toda la vida. Que te transportan en el tiempo y el espacio. Es verdad.

Mi infancia huele a juegos y risas, a travesuras y a caídas de la bici. A salitre, sobre todo a salitre. A humedad y a nordeste también.

Huele como huelen los míos.

Aquel joven guapo de las fotos, ahora tiene 72 años, la piel curtida y los ojos pequeños y curiosos tras las gafas. Camina mucho y ligero, porque como él mismo dice

- A esta edad, si te paras, estás jodido compañero.

Coincide en su andar con otros jubilados de la mar. Hablan de pleamares y vientos, de miles de kilos de bocarte, de que este año la costera va mal, de que en la cofradía se dice que el “Estrella del Norte” está en Francia y allí tampoco hay nada. Se separan pero volverán a verse y repetirán el mismo ritual hasta gastarlo.

En la escuela no aprendió a multiplicar, sólo a buscar leña para que se calentasen los niños que merendaban pan con chocolate.


ZAPATOS BICOLOR
María Castropol. Accésit

Fue una lluviosa tarde de invierno en la ciudad de París - si no recuerdo mal, en el año 1935- cuando trabé conocimiento con la que años más tarde sería conocida como la gran diseñadora Coco Chanel.

Yo era una chavalita de unos 14 años, la típica edad del pavo que todos hemos pasado; llevaba un vestido que me habían regalado por mi cumpleaños y sobre él, el abrigo que tanto amaba. ¡Lo había heredado de mi abuela y con ayuda de tijera e hilo le había hecho unos apaños!

Cuando paseaba con dos amigas de la época por la Rue du Commence vimos a aquella mujer a través de un escaparate: Una joven, no muy bella- pero la persona más elegante que había visto en mi vida- con el pelo oscuro, la tez muy blanca y unos ojos negros y penetrantes.

La primera impresión que me dio fue de luto, pero cuando me fijé más detenidamente, de su cuello colgaban collares de perlas, de sus lóbulos brotaban pendientes largos de colores y aunque iba vestida de negro de arriba abajo, sus zapatos bicolor me llamaron la atención.

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