Aquí os dejamos el tercer extracto del libro. Estamos ultimando detalles antes de llevarlo a imprenta. ¡Ya falta poco!
-…Si cierro los ojos, aquí en mi cama, creo que fue ayer cuando recorría el puerto con Mamá y la abuela, cargadas de agua. Puedo, aún puedo sentir aquel olor amalgamado a grasa y sal, mientras las gaviotas chillan a mí alrededor. Parece que fue ayer, pero ha pasado tanto tiempo…
Setenta años antes.
-¡Carmen, date prisa! Es tarde y los hombres estarán muertos de sed- chillaba Mamá. Así que yo corría con toda la fuerza que me permitían mis piernas e iba rauda a coger el caldero. Mamá siempre llevaba uno en cada mano y otro en la cabeza, al igual que la abuela, pero yo, debido a mi corta edad llevaba uno pequeño en una mano y en la otra un cesto con las garcillas que usaban los hombres para beber. La abuela había hecho unos mandiles que tenían unos enormes bolsillos, y era ahí donde guardábamos el dinero, aunque no cobrábamos por el agua, nos daban “la voluntad”.
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